La India: una tierra que corta la mirada y exige luego el pago de la herida. Lamiéndome en las manos la sangre de mis ojos, me reconforto al pensar que algo he ganado después de todo: saber que el mundo, esa gran llanura de colores, irrumpe en el alma que va buscando su origen con la fijeza de una falsa llama que la entretiene y desazona. Saber que es preciso dejar de indagar- pues es recuerdo y anhelo toda búsqueda- y hallar el modo, simplemente, de invertir la mirada.
Jaisalmer, 1992
Diarios indios
Chantal Maillard